Las Redes Sociales como medio de distracción

El tema de las redes sociales en un comienzo se presentó como una opción al intercambio de información en la sociedad, siendo lo más resaltante que se utilizaba para potenciar la educación gracias a ciertas herramientas. Al transcurrir el tiempo pudimos observar que las redes sociales estaban orientadas al intercambio de multimedia, los blogs y la organización personal. Ahora, han combinado la practicidad de los objetos añadiendo una mayor fluidez a los usuarios, cumpliendo con el lema de ‘todo en uno’. Cabe mencionar que los usuarios tienen libertad para elegir lo que más les convenga pero sin perder los beneficios ya que la necesidad hace que las redes sociales se actualicen a diario. Los medios de comunicación, las marcas, los artistas, los periodistas, las amas de casa, los ingenieros, los políticos en fin, todos dependemos del internet. El destino es un caos lleno de divertimiento creando mentes ineptas.

Resulta importante mencionar que las redes sociales han tenido un gran impacto en la sociedad a nivel internacional, específicamente en los jóvenes ya que estos en la actualidad son las personas que más utilizan estos sitios. Algunos ejemplos de redes sociales son; Facebook, Twitter, Metroflog, Instragram, Whatsapp, LINE, entre otros, los cuales son utilizados en gran medida con diferente finalidad.

Hace unas semanas visité la casa del presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández Alvarado. El fin de la visita fue formar parte de una investigación en temas de gobernabilidad y asesoramiento en plataformas digitales, enviado por una agencia investigativa Israelí para la que laboro desde hace 8 meses. El resultado fue nefasto, quedé sorprendido, sentí como que me quitaron una venda de mis ojos. Como sorpresa escuché la siguiente frase de uno de los hombres más polémicos del país. De forma literal reproduzco parte de lo que escuché: “Invertiré 1 millón de lempiras semana… ¿acaso las redes sociales no son para los ignorantes?, como esos estúpidos de libre (risas), en ese sentido usted sabe que contribuiremos con mucha pujanza, como lo hablé en la cumbre, ¿se recuerda?”. Mi acompañante es la representante de Facebook América Latina, quien me ayudó a fundar los Viral Media Awards y sorprendida le contestó; ¿o sea presidente que usted considera estúpidos a los usuarios de las redes sociales?

La pregunta me parece grave y monstruosa por varias situaciones a las que quiero referirme. Comenzaré por la más importante, tratando de no escribir mucho porque en la XX Feria Internacional del Libro en Centroamérica y en la XIII Feria en Guatemala, se dio a conocer que Honduras es el país de centroamérica que menos lee (25.4%). Claro, eso solo parece la realidad educativa reflejada en el analfabetismo de la población hondureña que cada vez está devaluada ante el observatorio educacional de la ONU.

En primer orden podremos exponer que las redes sociales resultan muy importantes, necesarias e indispensables para la población, ya que al utilizar éstos sitios, se disminuyen distancias y tiempos. Al momento de establecer contacto con los amigos y conocidos; de inmediato podremos conocer lo que interesa de determinada persona, como su estado de salud, sus logros, sus metas, sus conocimientos en determinada materia. Las redes sociales nos dispersan, nos crean un interés que no queremos sobre saber más y el famoso “chismeo” ya no es broma entre los usuarios. Estas han creado relaciones en las cuales son “amigos” y se comentan sus “estados” de Facebook y se responden sus “tweets”, pero si se encontraran en la calle se saludarían y seguirían caminando, sin algún tipo de relación en la vida real, por eso es que nos acerca de los lejanos.

Otro factor en contra de la utilización de las redes sociales es que se pierde demasiado tiempo en estar revisando tus publicaciones y las de las demás personas. El simple hecho de saber el contenido de terceros, nos desinforma y ahora que los gobiernos también las usan como medio de distracción, las empresas como currículo de vida y las embajadas como fuente de datos. Según la OMS, la adicción a las redes sociales conducen a un trastorno psicológico que no tiene cura, a tal grado que resulta peligroso por la exposición de la información y que algunos han decidido hasta suicidarse por no recibir el famoso “me gusta” o simplemente porque le dieron un “me divierte” a la foto. Es una pena, hemos colapsado socialmente.

Cabe mencionar que con la utilización de éstas estructuras, cualquier persona ajena, podría afectar o alterar erróneamente los datos de alguien invadiendo su privacidad o suplantando su personalidad, dando a conocer circunstancias no reales o verdaderas, aún y cuando se encuentren como delito tales acciones, con la finalidad de causar un mal o daño.

Para el “Club de Bildeberg” controlar el mundo a través de las redes sociales es más fácil, y formar la base de datos es chistoso. Ellos controlan la población así como la disminuyen silenciosamente, tomando el control masivo, utilizando a los verdaderos “influencers” como lo habló la intrépida periodista Naomi Klein en su libro “Teoría del Shock”. ¡Qué libro tan exquisito!

Josué Cover, hablando de la distracción masiva de las redes sociales en el mundo.

Las redes sociales unen a las familias del siglo XXI de forma tan imbécil. En un mundo globalizado la distancia geográfica ya es un concepto que no asusta ni a parejas ni a familias. Es cada vez más común ver relaciones a larga distancia (que puede hayan nacido gracias a las redes sociales). Para éstas, tener un teléfono inteligente y poder conectarse a estas plataformas es una manera de sentirse cerca, de ver crecer a los nietos, y de poder acceder a fotos y recuerdos que en otros momentos de la historia hubieran tomado meses en llegar a través del correo postal. En la misma onda de pensamiento, toda esa información que compartimos y que nos hace menos anónimos también nos quita privacidad. Con esta llegan los peligros de quienes acechan buscando víctimas o que han ganado una suma de dinero considerable. Quienes exponen esa información se pueden convertir en víctimas de organizaciones que se dedican a «pescar» en la red a posibles blancos. Esto representa el derretimiento del “iceberg” de la web oscura.

Lo cierto es que vivir sin ellas es difícil, en un mundo en el que la velocidad de intercambio de datos va a un ritmo vertiginoso. Quien no sabe usar las redes no puede trabajar, o conseguir un mejor empleo, no se consigue becas para estudiar o nunca se entera de que puede acceder a ellas, no actualiza su información de lo que sucede en el mundo, ni se pone en la capacidad de figurar como un posible candidato para un movimiento de masas. No tenerlas a la mano hace daño, es estar desinformado; pero tenerlas todo el tiempo es también saber demasiado, más de lo que cualquiera necesitaría. Desconectarnos también nos ayuda a recapacitar acerca de nuestro día, acerca de nuestras necesidades y nos ayuda a encontrar el balance en nuestras prioridades. Hay que encontrar la justa medida entre estar “on” y estar “off”, y aprender a disfrutar nuevamente de las cosas simples, como caminar y escuchar música sin el afán de saberlo todo, todo el tiempo, a toda hora y no ser víctimas de la distracción.

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