Josué Cover: “Honduras tiene esperanza en el nuevo gobierno”

La coyuntura política al inicio de 2022

La toma de posesión de la presidenta Xiomara Castro (2022-2026) el 27 de enero, representa la restauración de la esperanza de amplios sectores de la población que confían en que la nueva mandataria, la primera mujer en la historia del país, revertirá la estructura de impunidad que sostuvo al expresidente Hernández; derogará muchas leyes que comprometieron la soberanía nacional, los derechos humanos, la transparencia en el manejo del presupuesto, el castigo a los corruptos, el saqueo de las instituciones del Estado y la criminalización de los defensores del ambiente, entre otras; y confían en que se abrirán las posibilidades de una mejoría económica que les permita atender sus necesidades más elementales y ver con más esperanza el futuro inmediato.

La crisis se superó con la intervención del expresidente Zelaya como coordinador del partido. Los diputados disidentes de LIBRE terminaron incorporándose al partido, del que fueron expulsados en los momentos de confrontación inicial, y al Congreso, al igual que los otros partidos, como el Nacional, que quiso capitalizar la crisis de ese partido para obtener mejores condiciones para negociaciones futuras, en particular para la elección de la presidencia del Congreso, de los 15 magistrados que integrarán la Corte Suprema de Justicia y, posteriormente, de las dos figuras máximas del Ministerio Público: el fiscal general y el fiscal general adjunto.

Por la intensidad de los acontecimientos en el mes de febrero, daba la impresión de que el país vivió, y vive todavía, una especie de transición caótica, alimentada por la existencia de fenómenos confrontados o, en el mejor de los casos, con lógicas diferentes que acentúan la tensión en diversos aspectos de la vida política y social del país. De esta manera, podemos observar las siguientes tensiones: lo viejo y lo nuevo, lo urgente y lo importante, lo político y lo social, lo interno y lo externo, partido y gobierno, partido gobernante y partidos no gobernantes, poder ejecutivo y poder legislativo, presidenta entrante y presidente saliente, presidenta y esposo de la presidenta. La cuantía y significado de las demandas acumuladas y reflejadas adecuadamente en el plan de gobierno de LIBRE y de la alianza con la que llegó al gobierno, así como tantos años de espera y de frustraciones, ha producido una presión muy fuerte para que se tomaran decisiones y se empezara a revertir el andamiaje perverso que se levantó en los dos gobiernos del exmandatario Hernández. Aunque la presidenta apenas ha cumplido mes y medio de mandato ni siquiera los 100 días que se acostumbran en una transición de este tipo, la gente ya quiere ver resultados concretos; esto ha producido un conjunto de iniciativas, coincidentes unas, divergentes otras, entre los poderes ejecutivo y legislativo, lo que se ha traducido en una proliferación de medidas adoptadas, leyes aprobadas/derogadas y personas nombra- das, que da la impresión de que se están atendiendo cosas urgentes, pero las cuestiones importantes no han sido abordadas con la misma presión y celeridad.

Retos del nuevo gobierno

Josué Cover junto a la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro.

A partir del contexto descrito se puede deducir con facilidad que la presidenta, el partido de gobierno, el Congreso Nacional y el sistema de justicia van a enfrentar muchos y variados retos que pondrán a prueba su habilidad para prevenir y enfrentar los brotes conflictivos y, si estos se producen, activar las iniciativas ade- cuadas para impedir que deriven en crisis. Quizás lo urgente sea definir los temas importantes a los que se dará la atención debida y constante en los próximos cuatro años y, de forma paralela, ir atendiendo las cuestiones urgentes que vayan sur- giendo o que se hayan venido planteando en los últimos meses. De igual manera, se tendrán que ir definiendo las agendas comunes entre el poder ejecutivo y el poder legislativo; entre Estados Unidos y Honduras; entre gobierno y empresarios; y entre gobierno y sectores sociales, colocando como requisito indispensable el respeto a la independencia del otro.

Es importante destacar que existe una coincidencia tácita en las agendas del ejecutivo y el legislativo, en torno al plan de gobierno de LIBRE y sus aliados en la campaña electoral. Téngase en cuenta que el presidente del Congreso Nacional, y varios integrantes de la Junta Directiva que lo preside, pertenecen al PSH, el principal aliado de LIBRE en las elecciones anteriores. A ello se suma el intento del partido Liberal, otrora socio del partido Nacional, por marcar distancia con respecto al gobierno anterior, y el bajo perfil del propio partido Nacional ante la derrota electoral, así como el cuestionamiento nacional e internacional hacia el anterior mandatario y sus colaboradores cercanos. Lo anterior evidencia condiciones propicias para impulsar los cambios que el país necesita para revertir las deformaciones del anterior gobierno.

En Honduras hay tres asuntos de alta sen- sibilidad política y social que deben que ser trabajados en el plano interno e internacional: narcotráfico, migración y corrupción. Con Estados Unidos hay coincidencia total en los dos primeros, pero coincidencia a medias en el tercero; esto es así porque la preocupación por la corrupción es común en el momento en que afecta a la seguridad de Estados Unidos, al igual que, particularmente, lo hace el narcotráfico, cuya gestión, además, drena en Honduras recursos destinados a satisfacer necesidades básicas de la población, disminuyendo su atención y convirtiéndose en un factor de expulsión de migrantes. La lucha contra el narcotráfico fue un punto de colaboración entre el exmandatario Juan Orlando Hernández y el expresidente Donald Trump, lo cual se tradujo en una lucha contra los otros narcotraficantes, manteniendo cierta impunidad sobre la propia actividad ilícita de la cual se acusa hoy al primero. Esta colaboración de combate al narcotráfico trae consigo un asunto muy sensible: el involucramiento de militares hondureños en esta tarea que es estrictamente policial y judicial. En la experiencia de la colaboración citada, el involucramiento se produjo a través de la fuerza del ejército y, según se percibe, la actual va a girar a través de la fuerza aérea, la más profesional de las fuerzas armadas.

La migración, por su parte, fue objeto de negociación entre Estados Unidos y los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), y se ubicó en la agenda de seguridad cuando debió colocarse en la agenda del desarrollo. Lo anterior se tradujo en la ubicación de militares y policías como actores clave en la contención de la migración a lo largo de la ruta del migrante, que inicia desde la frontera de Honduras y Guatemala hasta la frontera de México con Estados Unidos, pasando por la frontera entre Guatemala y México. La situación, llevada al extremo, hizo que las caravanas de migrantes que salían de Honduras se toparan con militares y policías que les impedían salir del país, en tanto en los otros países les impedían continuar.

La inserción de la migración en la agenda del desarrollo parte, en cambio, del reconocimiento de que las personas se van porque no encuentran en su país de origen las condiciones básicas para vivir, conseguir empleo y tener acceso a salud, educación, o seguridad social, entre otras. Por tanto, desde este punto de vista, la solución es crear esas fuentes en el país gracias a una buena inversión en desarrollo, con fuertes controles para eliminar o reducir sustancialmente la corrupción que pueda repercutir negativamente en el im- pacto sobre dicha inversión. Este es un punto en común con los intereses de Estados Unidos, que propicia la inversión en áreas estratégicas que terminarían reduciendo la migración hacia ese país.

El combate a la corrupción puede llevar a conseguir apoyo internacional de Estados Unidos y/o de organismos internacionales para instalar en Honduras, como se ha mencionado, una comisión de apoyo en la lucha anticorrupción similar a la MAC- CIH, que se instaló con apoyo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), o a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que se instaló con el apoyo de Naciones Unidas. De esta manera ambos países saldrían ganando.

El establecimiento de relaciones con China continental es una cuestión que queda pendiente, pese a haberse proclamado como prioridad en la campaña electoral del partido LIBRE. Es natural pensar que, al establecer alianzas electorales, los participantes terminen haciendo recortes en algunos temas, y este es uno que se pospondrá algún tiempo, en tanto China se dispone a intensificar su financiamiento en algunos rubros y Estados Unidos se dispone a hacer lo mismo para compensar la relación de Honduras con China.

Las relaciones con el resto de los países de Centroamérica se encuentran en un momento de cierta lejanía. La relación con Guatemala se mantiene fría. Con El Salvador hay una cierta coincidencia, derivada quizás de las fuertes críticas de su presidente hacia el expresidente Hernández, y de la colaboración de este con varios alcaldes hondureños al proporcionarles vacunas contra la COVID-19 en momentos de muchas dificultades en el país para conseguirlas.

Deja tu Comentario